giovedì 5 luglio 2012


La vida es como una procesión
...Miremos con fe a esta imagen, elevemos ese corazón a Jesús. Si la contemplaz verás en el rostro de Jesús la ternura del rostro ¡doliente!
El dolor es compañero de la vida, aunque hoy la sociedad quiera construirnos un espejismo en el que no hay dolor, ¡eso es falso! Casi diría yo que el dolor es prueba evidente del amor, en esos momento de dificultad. ¡como, si no, ha surgido esa fuerza
 
que nos une y nos anima a cuidar al hijo más enfermo, a la abuelita más delicada!
La vida de nosotros, en cierta manera, es como una procesión; la vida de cada uno de nosotros, desde el primer instante hasta que termina nuestro paso por el mundo, es una procesión. Hay momentos en que el Señor me pide “pon el hombro”, y es el peso de una dificultad, de un dolor; ¡pero con que gozo cargan nuestros queridos hermanos el anda! Nadie piensa que es un peso, es ¡un honor, un gozo, una alegria!
Hay momentos de la vida, que Jesus te dice ”lleva un poco el peso de esta cruz”, hay momentos en que se eleva el canto con estas voces maravillosas de las cantoras, que con una extraordinaria fuerza le cantan al Señor. Otras veces, somos sinceros: “Señor, me encuentro lejos, cansado”; o pasas cercano a mi, me miras y despiertas en mi ese amor que estaba durmiedo.
El nos pide: !Acompañame en esa procesion, yo estare siempre junto a ti!

Fragmento de la homilía del Cardenal Juan Luis Cipriani. Homenaje al Señor de los Milagros. Atrio Basilica Catedral de Lima.   Domingo, 18 de octubre de 2006